¡Que pregunta difícil de responder! De todos modos se puede dar una orientación al respecto.
Nuestro cotidiano vivir nos plantea problemas a resolver de modo constante. Está en nuestra habilidad, poder resolverlos cotidianamente. Las personas sorteamos dificultades de distinta naturaleza a lo largo de la vida, una y otra vez. En muchas oportunidades se resuelven los conflictos que se nos van presentado de la manera más satisfactoriamente posible, pero queda un “resto” (de angustia) como resultado de esa contienda. Se unió a nuestro accionar y vivenciar cotidiano, sin que nos hayamos percatado de eso. Nos sentimos un poco ‘caídos/bajoneados’, con menos energía, pero seguimos adelante; vamos de acá para allá, buscando estar contentos de nuevo, dejando atrás lo/s inconvenientes.
Hasta que en un momento puntual que puede ser una cierta fecha de cumpleaños; o una mudanza; o la muerte de un ser querido; o ante la finalización de una relación de pareja; o al dar el último examen previo a recibirnos, aparece repentinamente una intensa angustia, de tal magnitud que resulta inmanejable; invade todos los espacios y genera sensación de inmovilidad, de parálisis anímica.
Cuando este fenómeno se instala, la vida de relación se complica aún más: se siente ansiedad, se inicia el día con desgano (si es que se ha podido dormir bien); los estímulos vital parecen haberse desvanecido: la tristeza es el sentimiento que predomina.
Podría decirse que esos son los momentos para pedir ayuda psicológica e iniciar una terapia.
La terapia se puede realizar:
a) en forma presencial, concurriendo al consultorio del profesional con formación psicoanalítica. Se solicita la consulta y se acuerda la forma de trabajo respecto del modo, del día/s y hora/s.
b) a través del modo online, solicitando por email una consulta con el profesional con formación psicoanalítica. Conviene verificarla a través de sus datos curriculares expuestos en su página web o en otro sitio de salud donde ofrezca sus servicios.
Se pide la consulta y generalmente el terapeuta le preguntará sobre el motivo que lleva a la inquietud de iniciar una terapia online. Posteriormente, acordarán sobre la forma de trabajo: por videoconferencia (usando Whatsapp, Zoom, Skype; otros similares)
También se acuerda sobre el modo de trabajo; el día/s, hora/s; honorarios y forma de pago. HAY QUE TENER EN CUENTA EL USO HORARIO SI LA SOLICITUD PROVIENE DE OTRO PAIS.
Algunas sugerencias útiles para iniciar un análisis:
1- Respecto de la actitud personal: es de gran utilidad poder tomar la decisión de cambiar. Generalmente, es simultánea a darse cuenta de que repetimos conductas que nos producen malestar y sufrimiento (cuando sentimos: ¡esto ya lo viví…me vuelve a suceder!).
Conviene estar informados sobre que se requiere destinar una importante cantidad de energía, la necesaria para llevar adelante ‘la aventura analítica’ como nos dice Joyce McDougall (1) en su libro Teatros de la mente. La cita: “Es un viaje compartido en la búsqueda de la realidad psíquica; un viaje sin mapas, en el cual cada uno se esfuerza en seguir el camino…con la esperanza de descubrir dicha realidad psíquica”
Tiene doble costo: económico y anímico. También, a posteriori el beneficio es doble: se recupera la capacidad de amar y trabajar que conlleva la posibilidad de disfrutar de las diferencias vivencias.
2- Respecto de los requisitos del profesional a elegir: siempre es tranquilizador conocerlo/a de algún modo, habiendo recibido alguna recomendación; o por acceso a su experiencia en el ámbito de una institución psi. También se puede obtener información acerca de su experiencia a través del acceso a su Curriculum profesional, colocado en su página web; o que algún amigo/a haya hecho terapia antes con esa profesional y lo recomienda.
3- Durante la/s entrevista/s (tanto presenciales como virtuales) es importante registrar las sensaciones que estimula ese encuentro: si genera confianza, si se sienten deseos de continuar; si siente comprensión; etc. Es muy importante que en ese encuentro se reciba una actitud profesional seria, cálida, continente.
Si surgen sentimientos de otra naturaleza (desagradables) conviene pensarlo bien antes de tomar una decisión definitiva. Esta recomendación se debe a que pueden ser dos cosas:
a) que resulte dificultoso el análisis; o
b) que ese analista no sea el que se está buscando. Hay muchísimas razones por las cuales dos personas no tienen ‘felling’ o empatía o posibilidad de armar un vínculo productivo, para llevar adelante este particular trabajo conjunto.
Cuando aparecen los sentimientos positivos, van a constituir la base para realizar el análisis y continuarlo, ya que después las cosas se complicarán aún más. Ya estaban complicadas desde antes, y generaban la angustia que hacía la vida intolerable, razón por la cual se solicitó ayuda terapéutica. Llegar a la comprensión de la profundidad del malestar permite empezar a encontrar respuestas a muchas preguntas. Entre ellas: “¿por qué me pasa esto?” “de dónde viene?” y tantas otras.
Cuando transcurre el análisis, al contar los motivos de sufrimiento, el analista escucha y le da interpretaciones al conflicto, se despejan algunas circunstancias y allí pasan cosas llamativas, aunque necesarias. Sorpresivamente se siente enojo, o silencio, o ganas de interrumpir; o aparece un intenso interés por el analista, tanto que ocupa todos los pensamientos…Estoy explicando el fenómeno de la transferencia de sentimientos, necesaria para comprender lo incomprensible, que irrumpe con intensidad en el análisis.
Entre ambos: el analista y quien consultó van a ir sobrellevando el conflicto que es la revivencia (nada más ni nada menos) de situaciones infantiles no resueltas; que habían quedado escondidas en la profundidad del psiquismo. Con las interpretaciones del analista, se accederá a otra comprensión; se puede llegar a la génesis de lo que está pasando ahora y el enlace con los fenómenos antiguos (de la infancia) que han dejado huellas desconocidas, pero que al descubrirlas se puede tener otra mirada del mismo conflicto.
El sostén, la paciencia y la tolerancia para transitarlos son fundamentales, porque en algunos casos son sentimientos muy intensos y se sienten ganas de dejar todo como estaba.
Freud dice en La iniciación del tratamiento (2) tomando como ejemplo el juego del ajedrez: “solo las aperturas y los finales consienten una exposición sistemática y exhaustiva, en tanto que rehúsa la infinita variedad de las movidas que siguen a las de apertura”. Como es sencillo de entender, todos los comienzos y finales son similares; lo que difiere es el transcurso de la tarea analítica que varía según cada persona y cada analista.
Hacer una terapia psicoanalítica es la forma más enriquecedora de poder entender cosas propias no conocidas, relacionadas con otro tiempo pero que hacen efecto sobre la personalidad como si esos sucesos hubieran ocurrido ahora, en el presente…Volver a pensar en ciertas vivencias que han sido traumáticas, y analizarlas, da lugar a entenderlas de otro modo y así poder darle otra significación.
Cuando sobreviene esa nueva comprensión, el efecto es algo así como si se abriera la mente (como si antes hubiera estado cerrada)…También uno se percata de los conflictos con los vínculos: los amigos, la pareja, el jefe, los hijos, otros.
La terapia analítica da lugar a liberarse de herencias familiares anímicas que someten en silencio, cuando la persona se siente fuertemente ligada al cumplimiento con pertenencias y costumbres. Otorga la libertad de elegir qué clase de persona uno desea ser. Se descubrirá que ante ciertas conductas que parecían imposibles de cambiar, se logra hacerlo. Esas modificaciones psíquicas alivian la angustia y la vida, cambiará definitivamente.
Este proceso lleva tiempo, porque hay que deshacer estructuras previas que estaban mal armadas, y por eso causaban tanto sufrimiento. Se llama ‘trabajo de análisis’, porque se deshace y se construye al mismo tiempo. Si se hace de otro modo, se corre el riesgo de lastimar sobre lo previamente dañado.
Se analiza el relato de las circunstancias dolorosas, los sueños, los actos fallidos, los recuerdos, la transferencia.
El análisis mejora la calidad de vida y el humor; libera de la esclavitud de los síntomas: esos impulsos que salen sin pedir permiso, cuando menos lo esperamos y no sabemos por qué nos acompañan permanentemente ya que nos interfieren respecto del modo que queremos vivir.
Finalizo con otra frase de Freud, tomada de la Conferencia 34º sobre Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones (2) Dice: “el psicoanálisis de inició como una terapia…por su contenido de verdad, por las informaciones que nos brinda sobre lo que toca más de cerca al ser humano: su propio ser; también por los nexos que descubrimos entre los más diferentes quehaceres humanos. Como terapia es una entre muchas, sin duda es primus inter pares” (primero entre iguales).
Estos son algunas de las cuestiones que les ayudarán a pensar sobre la decisión de iniciar un tratamiento para cada persona en particular.
Si estás pasando por algo parecido a lo explicado previamente y tenés deseos de modificar tus sufrimientos haciendo una terapia conmigo, escribime al: cesio.sonia@gmail.com
Si vivís en la Ciudad de Buenos Aires podes hacer una terapia presencial, en el consultorio (también a distancia si es tu preferencia).
Si vivís en otro país podemos hacer la terapia online. A través de una videoconferencia por Whatsapp, Zoom, Skype; u otros similares. Nos hablamos y vemos al mismo tiempo: es lo más parecido a la terapia presencial; y se puede hacer desde cualquier lugar del mundo.
Referencias:
(1) Mc. Dougall, J. “Teatros de la mente. Ilusión y verdad en el escenario psicoanalítico” 1987 pg. 25 – Tecnipublicaciones S.A. Madrid.
(2) Freud, S. “La iniciación del tratamiento” 1913 T. XII pg 121. “Conferencia 34º sobre Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones” 1933 T. XXII pg. 145 Amorrortu Editores – Bs As/Madrid
*Lic Sonia Cesio
Email: cesio.sonia@gmail.com