El colega es un par, y está en la misma línea de filiación profesional, existiendo naturalmente, diferentes categorías. Algunos están al mismo nivel, otros por debajo, otros son maestros, otros dejaron su marca en la historia, otros hacen una nueva historia.

Es una relación compleja y derivada del complejo fraterno: de la hermandad. Por lo tanto, esa interacción entre los integrantes de la sociedad profesional tiene esas características: envidia y celos; competencia, rivalidad y solidaridad que se genera primariamente entre los hermanos. El referente paterno se desplaza a la autoridad pertinente (las categorías de la institución del derecho)  que establece reglas, estimula la solidaridad, regula la competencia.

En el ámbito personal hay una derivación del complejo de Edipo, ¿se acuerdan? Donde el padre establece la ley, y se renuncia al deseo infantil para esperar a la vida adulta donde cumplir los deseos y las aspiraciones. En las profesiones y entre los colegas sucede algo similar: cuando se empieza hay que adquirir experiencia ‘pagar derecho de piso’, se va ascendiendo progresivamente, hasta llegar a ‘cumplir los deseos y las aspiraciones’ en este caso, del orden de la profesión de abogado/a.

Del Edipo derivan la hostilidad y ternura: en la vida adulta recreamos con ese germen nuestra vida relacional: poniendo mas o menos ternura, y del mismo modo con la hostilidad. En este caso, la hostilidad debería transformarse en la rivalidad necesaria (como dijimos en el texto sobre el dinero) en función del progreso,  de escalar posiciones, de dar ejemplo (entre otros). Pero la gama de la variedad relacional entre colegas, es amplia.

Para puntualizar fenómenos emocionales sobre la hermandad, recordemos a Freud que en ‘Psicología de las Masas y análisis del yo’ decía que: “con la llegada de un nuevo hijo a la familia, el hermano mayor se siente relegado y perjudicado por la envidia que le despierta la presencia de ese recién llegado que centraliza la atención. Siente intensos  celos; razón por la cual quisiera desalojarlo del amor de los padres y denegarle todos sus derechos… En la vida anímica individual aparece integrado efectivamente ‘el otro’ como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio, psicología social.»

Es un dato a tener en cuenta para verificar que lugar relacional estamos ocupando en el ámbito profesional, ya que:

a) podemos quedarnos al margen;

b) autodesalojarnos (involuntariamente, sin percatarnos de ello);

c) integrar al otro como un adversario frente al que tenemos recursos con los que lidiar (similar al momento aquel de la llegada del hermanito/a).

Otro elemento para incluir es: la condición del “nosotros” que implica precisamente, tener al otro en nosotros. Ese otro: hermano/a, compañero de juegos, de aventuras, de sufrimientos, de sometimientos, etc. integra la dinámica psíquica, aún antes de establecer vínculos con el/ella. Queda una ‘huella’ en el psiquismo, y opera desde allí. Esa condición de ‘nosotros’ la vamos a reproducir en ámbito de los pares y en la vida profesional.

Recordemos que la cultura como sinónimo de civilización;  está ligado al momento en que el ser humano se organiza en “comunidad” y ese es el espacio donde se instala con su singularidad, busca satisfacer sus necesidades, establecer interacciones, y aspira a la regulación de sus vínculos con cierta  reciprocidad y solidaridad entre si mismo y los demás.

Por eso en la cultura hay reglas y normas formalizadas jurídicamente, que regulan las relaciones entre los miembros del grupo ampliado cuyo objetivo es establecer una relación posible y enriquecedora entre sus integrantes. 

De dichas normas deriva la socialización, la  educación;  establecer cierto  control de las pretensiones narcisistas y así poder compartir y ser solidario (entre otras características). En la medida en que se amplía la interdependencia entre el sujeto y los otros, es más estimulante y saludable el nivel de autoestima.

En el ámbito familiar y en la relación entre hermanos se impone la necesidad de un trato igualitario para todos, para que no existan preferidos, como modo de evitar el ejercicio excesivo de la rivalidad entre ellos por la obtención del amor de los padres. La hostilidad que despierta el que posee “algún privilegio” lleva a los hermanos a reforzar defensivamente el espíritu comunitario impidiendo de este modo, que alguien en particular se destaque y de este modo, ser iguales entre sí. También puede aumentar la rivalidad de tal modo, que atenta contra la hermandad. Esas conductas se desplegarán posteriormente en el mundo externo.

Las personas que se reúnen por un interés común constituyen un clan, una unidad familiar. Clan, proviene del vocablo inglés clan y éste de clann ** (gaélico escocés) cuyo significado es familia, hijos. Cuando los clanes se agrupan constituyen una fratría. Este vocablo deriva del griego phratría ** como el latín frater, cuyo significado es “miembro de una misma confraternidad”. Confraternidad proviene del latín frater “hermano”. Vale decir que el clan estaría conformado por la reunión de hermanos, en sentido real o figurado, que se reúnen por un interés común. 

Mauricio Abadi, psiconalista argentino, investigó sobre las sociedades secretas. Sostiene que los incluidos preservan «algo» valioso que creen poseer,  y  proyectan hacia el afuera lo que sienten como peligroso, en un intento de negarlo, de expulsarlo. Así, la culpa colectiva por detentar un privilegio que no se quiere compartir, provoca el deseo de «los de afuera», de robarles esa ‘posesión’.

En las instituciones ese malestar se trata de elaborar a través de que los miembros compartan actividades por ej  los congresos, simposios, jornadas, etc., cuya convocatoria promueve una tarea en particular. El trabajo cotidiano es lo que agrupa y al mismo tiempo, altera las relaciones entre los miembros de ese grupo. Y es la dificultad de elaboración de ciertas vivencias, afectos e impulsos que predominan los que provocan una seria oposición en algunos de sus miembros por la imposibilidad de compartir las modalidades diferentes.

Siguiendo con ‘Psicología de las masas….’ Freud sostiene que en las cofradías, por las disputas entre sus miembros, la ambivalencia está menos reprimida que en una relación íntima y prolongada entre dos personas. Dice que, mediante el ‘narcisismo de la pequeñas diferencias’ se logra descargar la inclinación agresiva hacia afuera del grupo para mantener su cohesión. Esta agresión utilizada en el enfrentamiento puede ser hostil, violenta, perjudicial o cruel; puede ser vivida como injusta, injuriosa, ofensiva o agraviante; puede estar al servicio de la rivalidad o la competencia. Con los demás se conforma un ‘nosotros’ que corresponde a la experiencia de sentirse formando parte de algo más que un individuo dentro de un conjunto de individuos.

Cuando por algún motivo se desdibuja la realidad o se pierde la cohesión, se manifiesta en los miembros (de un grupo, institución, empresa, etc.) la demanda narcisista del contacto con los otros miembros del grupo. Esto produce como consecuencia una paradoja, ya sea de un integrante, un grupo de miembros o la institución en su conjunto: se agrandan las pequeñas diferencias; lo que lleva a perder progresivamente el sentimiento de fraternidad, y disminuyen los intereses comunes que desarrollaron la camaradería y la solidaridad.

De ahí en más la divergencia con las propias ideas o intereses es vivida como una crítica que obliga a desarrollar una conducta alternativa. Aparecen: el rumor, el secreto, el perjuicio a otro colega, el desprecio por su obra y en los casos extremos, la intolerancia o la más completa aversión.

Jean Riviére dice que en ocasiones, el éxito es vivido como un triunfo sobre el oponente, en vistas a ocupar su lugar. Pero, una vez satisfecha la pretensión aparece otro fenómeno: quedar expuesto ante los demás;  se reinstala entonces, la inseguridad que se pretendía encubrir. La rivalidad genera sufrimiento y disgusto en las personas hacia las cuales se dirige la hostilidad.

Según M Klein la crítica destructiva pone en evidencia el ataque envidioso y destructivo de la facultad creadora, de la capacidad de dar. Esta crítica puede expresarse como desvalorización del otro, ya que un objeto sin valor no despierta envidia. También se lo puede pensar cuando se rivaliza y ataca  a aquél que tiene la capacidad de dar, ya que recibir significa reconocer la propia carencia y la generosidad del otro.

Si en el grupo se desarrolla la camaradería y familiaridad, la reciprocidad en el trato entre pares permitiría hacer más soportable las “flaquezas”. Según Freud, solamente así se puede dejar de actuar como un niño para convertirse en un miembro de la comunidad social adulta.

El grupo de pertenencia es aquel donde el deseo de tener o el temor de perder un lugar determinado, puede circular con una intensidad relativa y es tolerado por la persona. Ello da la posibilidad de ocupar un lugar en ese grupo, desplegar una función de acuerdo a las propias capacidades, reconocer las diferencias, y acceder a niveles mayores de integración.

Conviene recordar que la amistad, la solidaridad, la reciprocidad son las variantes tiernas (y desexualizadas) del amor. La generosidad y la creatividad tienen una relación directa con el otro y posibilita hacer intercambios. La finalidad libidinal es el sostén de esos vínculos en la estructura relacional.

Facilitará entonces el desarrollo de otros procesos derivados: la posibilidad de progresar en el rubro elegido, el respeto por las jerarquías, por las diferencias de capacitación, por el rol que cada uno ocupa dentro de la institución, y da lugar a otro  fenómeno emocional: el apuntalamiento, como sostén de la propia estructura (más adelante veremos este texto).

Bibliografía

  • Abadi,M. “El grupo psicoanalítico como sociedad secreta” – Rev de Psicoanálisis. Vol XVI, Nº4. Asociación Psicoanalítica Argentina. (1959)
  • Barbero, Luís – “Los miembros de la comunidad psicoanalítica” – El autor es Profesor adjunto del Departamento de Psicoanálisis – UK –
  • Freud, S. –  Psicología de las masas y análisis del yo. (1921) OC -. Tomo III – B
  • Käes, R ; Bleger J. y otros – “ La institución y las instituciones- Estudios psicoanalíticos» –  Colección grupos e instituciones – Ed. Paidos.
  • Klein, M –  “Envidia y gratitud” – OC. Paidós –  1976.
  • Morosini, I – “Vincularidad Simbiótica filial: El infans capturado por el deseo y el discurso materno” – La autora es Docente Universitaria Nivel de Postgrado y Doctoranda en Universidad Católica Argentina
  • Riviére, J –  «Rivalidad», en Amor, odio y reparación de  M Klein. O C –  Paidós – 1976.
  • Teicher, Manfredo – «Del mito de narciso al narcisismo de las diferencias» – Trabajo presentado en el 2º Congreso de Latinoamericano de Historia del Psicoanálisis.

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Psicoanálisis por la Lic. Sonia Cesio.