Definición
Se denomina «trauma» al estado ocasionado por la acción de un estímulo intenso, proveniente del interior o del exterior del sujeto y provoca una brecha- herida, en el aparato psíquico: rompe la barrera de protección del mismo por la imposibilidad de cualificar ese estímulo; por lo tanto se produce un desequilibrio narcisista como reacción al mismo. Esa brecha-herida sobrepasa la capacidad de elaboración y de ligadura; por lo que se instauran contracargas (defensas primarias), que se relacionan con determinadas huellas mnémicas del sujeto, en un intento de cierre de esa herida y alivio de la angustia concomitante. Por eso hay estado de empobrecimiento del YO, porque la energía está empleada en recomponer su integridad.
Elaboración
La irrepresentabilidad de la situación traumática tiene que ver con la intensidad de ese suceso doloroso, al que no se le puede poner palabras, por lo tanto, no se puede recurrir al proceso del pensamiento. Una de las formas de darle representabilidad es escenificarlo en el mundo externo con el funcionamiento del proceso primario.
El YO, utilizando el mecanismo regresivo de la «puesta en acto» intenta representar la situación interna, en función de elaborar esa situación traumática. Se trata de una forma arcaica (por lo tanto, débil) de lidiar con el Superyo.
La situación dolorosa, irrepresentable, está cargada de energía pulsional y la tensión interna es apremiante; el pasaje al acto se constituye en una descarga y en un intento de figurabilidad. Pero según la cualidad del ‘acting out’, el sujeto corre peligro en relación con su integridad (física o psíquica).
La «puesta en acto» conlleva el despliegue de mecanismos arcaicos, impacta el polo perceptual, y es posible el registro de la situación dolorosa.
La elaboración posterior está sujeta a la historia del sujeto, a la relación con los objetos primarios, a otras situaciones traumáticas ocurridas en el devenir, al tipo de trauma padecido en el momento actual y a la modalidad vincular en la que está inserto.
El trabajo analítico tiene especial importancia en la tarea de integrar lo traumático, lo excesivamente doloroso, al proceso secundario, para ponerle palabras y otorgar nuevas significaciones. Implica desvelar ( y desarmar) las modalidades defensivas que se habían establecido, en ese intento de alivio de la tensión pero que obstaculizaban la simbolización.
Seguramente «a priori», hay ocurrido situaciones similares en la situación transferencial y en la relación con los otros del mundo externo real. Se trataba de fallidos intentos repetitivos en búsqueda de significación; como fue imposible otorgarla, la violencia del pasaje al acto en algo asi, como un el último recurso (desde un punto de vista del funcionamiento primario hay que pensar en la intervención de los pares sadismo/masoquismo).
Las relaciones objetales arcaicas no descargadas, los deseos insatisfechos, las sucesivas frustraciones, la fijación de la que dan cuenta; estructuran a ese aparato psíquico y predeterminan su capacidad de ligadura y el tipo de satisfacción.
Cuando el sujeto está apremiado por «hacer algo», nos transmite un mensaje acerca de una urgencia imperiosa de calmar la tensión interna, ocasionada por la demanda pulsional; pero también le urge la imperiosa necesidad de «ser», de mantener la cualidad de sujeto ya que en esas circuntancias siente que no lo es, y vivenciarse como un sujeto vacio (vaciado) es peor que la muerte, ya que ésta se asocia a falta de excitación, a equilibrio, a nirvana.
* C.I.P.E.A – Centro de Investigación Prevención y Estudio de los Accidentes. Fragmento de un trabajo presentado por los alumnos de la formación de posgrado – 1988 –
Este trabajo se desarrolló tomando en cuenta a la conceptualización de Sigmund Freud cuando reestructura el concepto de trauma en relación a la angustia, sustituyéndola por el concepto de situación traumática y jerarquizando la interacción de las situaciones internas y externas.
Se tomaron datos del texto «Inhibición, síntoma y angustia» (1925/26) – Obras completas – Ed Amorrortu