El concepto de narcisismo es un tema de utilidad para evaluar los daños sufridos por una persona; y los temas de familia, especialmente cuando se trate sobre los distintos alcances del tema de la violencia. También dice del modo de ser de cada persona. El narcisismo es la expresión que hace alusión al mito de Narciso, que se trata a si mismo con amor; que la satisfacción la obtiene a través del entusiasmo y la complacencia que le provoca su propia imagen.

Se refiere al amor a si mismo (1) y da cuenta de la integridad del yo. El desarrollo narcisista es inherente a la vida porque permite desplegar cuidados y estrategias vitales y saludables para la propia persona, junto con el establecimiento de la distancia adecuada entre el otro y uno mismo. Justamente, da cuenta de la relación del yo con las otras personas y el tipo de vínculo que ha establecido con la realidad. Es el punto de partida de las actitudes tanto de sometimiento como de autonomía.

Nos dice (a través de las conductas de la personas) sobre la capacidad de renuncia; sobre la sublimación: ej, no puedo ahora pero lo programo para el momento de mi vida en que esto sea posible; y sobre la posibilidad de fantasear. Las fantasías están ligadas estrechamente a la capacidad de hacer abstracciones, de acceder a los símbolos (y asi, al universo simbólico).

Un ejemplo (entre muchos otros): cuantas veces en la vida uno siente ‘ganas de matar a alguien?’ que nos ofendió o injurió de algún modo? Muchas; pero eso no se hace: uno no mata, aunque tenga ganas. En cambio, frente a los agravios se activan diversas conductas de descarga de la rabia, de la ira y se compensa de ese modo.

La persona que siente ganas de matar y efectivamente lo hace, es aquella que no puede hacer abstracciones, que no posee la capacidad para pensar en una acción y frenar el impulso; sino que ejecuta un acto (contra otro o contra si mismo).

En mi libro sobre “Las Violencias…” (2) describo el fenómeno mental de la acción violenta. Señalo: “Las personas con proclividad a las conductas violentas, detentan un perfil de personalidad en la que se observa el predominio de ciertas características dominadas por el control permanente, ya que la espontaneidad está severamente perturbada… Se advierte..desconfianza…ansiedad permanente…y rebeldía encubierta»

Como puede advertirse hay una modificación del “sí mismo” que a su vez, cambia la mirada y el trato, sobre los demás. Abarca muchos actos (no necesariamente delictivos): desde el sometimiento al otro (que denota tanto la capacidad de someter como de ser sometido); el trato a los menores que dependen de su cuidado; y la vida sexual, que implica tanto la inclinación heterosexual como la homosexual. Sumado al tipo de satisfacción que busca la persona para calmar esos impulsos.

La mayoría de las veces, la satisfacción (el placer) no se obtiene del trato con un par (otra persona de igual edad, de iguales capacidades) y en el contexto de una relación sexual consensuada; sino que lo promueven las conductas de naturaleza violenta. En otras con el sometimiento a personas con la cualidad de indefensión; o con el sometimiento a menores de edad.

El trato violento, sostenido en el tiempo, es una forma de erotismo. Es difícil de aceptar y entender este tipo de erotismo en la persona normal, cuando se tiene una familia, hijos; y se los trata como lo hacemos habitualmente (con ternura, con cuidados).

Esa particular forma de erotismo: violento, trae consigo la conducta paradojal. Esto es sufrir y gozar al mismo tiempo. Lo encontramos en las familias violentas; donde el cuerpo (generalmente el de la mujer) es el que se castiga, es el que duele; pero el curioso fenómeno observable es la recurrencia a esos tratos (a pesar del dolor y la humillación que proporcionan).

¿Por qué lo incluyo al narcisismo en desarrollos de psicología para abogados? 

Porque es la estructura anímica que se instaura como sostén del desarrollo personal; y se relaciona directamente con la obtención de satisfacciones, tanto con el trabajo cotidiano, como en la vida privada.

De la estructura narcisista hay derivados:

a) Los vínculos que armamos (cariñosos o violentos); la relación con el otro (a predominio de solidaridad compartida; o a predominio de dar en vez de recibir; o vivir en soledad, como garantía de evitar lidiar con otros.

b) Los hijos, y el trato con ellos. Los hijos representan una extensión del yo y sobre ellos recae todo el amor, y toda la posibilidad de reparar daños sufridos (ej, si nos quedo pendiente una aspiración, estimulamos a los hijos a realizarla; si fuimos tratados de un modo insatisfactorio, los tratamos de forma
diferente; etc);

c) La circulación del dinero: cómo lo obtenemos, si nos resulta sencillo o difícil; si logramos la satisfacción material que esperamos (progreso, viajes, etc, etc.);

d) La realización laboral: aquí se incluye la tarea elegida para la vida, tanto sea un trabajo determinado (artesanal, o un legado familiar, etc) y la profesión elegida. Las profesiones elegidas dicen sobre algunas aspiraciones puestas en ella: el abogado buscar implementar la ley e impartir justicia; el psicólogo busca la salud mental; el médico se asegura el buen funcionamiento corporal; etc, etc).

Por lo expuesto, entendemos que da cuenta de la identidad personal y profesional, y es como una guía por la cual podemos llegar la cima de nuestras aspiraciones o no (entre otras cosas). También genera patologías y conflictos varios. Ciertas patologías se tratan en el ámbito de la psiquiatría; otras derivan en un conflicto legal, y es allí donde actúa el abogado.

El déficit en la estructura narcisista puede generar conflictos varios:

a) Por defecto: las vivencias de frustración sufridas a lo largo del desarrollo evolutivo, impiden el establecimiento de una autoestima ‘suficientemente buena’. Las consecuencias obstaculizan la vida e incapacitan a la persona para ubicarse correctamente respecto del criterio de realidad y su propia persona. Los efectos son mudos, pero efectivos: aquellas personas que viven consentimientos de inferioridad, se aíslan; no reconocen verdaderamente quienes son; o son querellantes, en un intento de que ‘alguien los defienda’; de que alguien ‘haga algo por ellos’. La otra franja (la de carencia y de humillación) es la que no se muestra; es la que soporta las humillaciones y tiene un estilo de vida ‘a la sombra del otro’: es la que sale a la luz luego de una crisis (que implica algún tipo de violencia.

b) Por exceso: se observa en aquellas personas que tienen una sobreestimación respecto de los propios deseos; lo cual tiñe al psiquismo de la omnipotencia en el actuar. Con esa omnipotencia, se despliegan modalidades de interacción con el mundo externo, que serán favorecedoras para la propia persona (a
expensas de las otras). No registran la existencia del otro como un ser diferente a si mismo; que tiene deseos propios y otros gustos, y se puede acordar con sus requerimientos (se considera que ese es un dato de menor importancia). Su accionar es someter, dominar.

Si nos imaginamos a un cliente con estas características, va a ser aquel/aquella que pretende indicarnos cómo hacer nuestra tarea; o que nos ‘corrige’ nuestro accionar, etc, etc. En todo caso, trastocan nuestro accionar, nuestra estrategia: esto puede ocurrir tanto con el trabajo como en la vida privada, y se convierte en una molestia; nos requiere hacer un esfuerzo constante de ubicarlos en el lugar que
corresponde (según lo que nos permita nuestro propio desarrollo narcisista).

Trabajamos y vivimos según las vicisitudes del narcisismo individual, que se estableció en otro tiempo (el tiempo infantil) y que se solidifica en la adultez.  Estableceremos relaciones con todas las variedades de ‘narcisismos personales’, tanto con los clientes como con los colegas. Freud, señaló que ‘a partir de un nuevo acto psíquico’ se hace un pasaje desde el Yo del narcisismo primario y así, a todas las representaciones del yo maduro/adulto.

La instauración del narcisismo primario coincide con los primeros momentos de la vida, cuando el sujeto se toma a sí mismo como objeto de amor, antes de poder elegir a los objetos exteriores (en psicoanálisis se denomina objetos son las otras personas). Ocurre de este modo, a causa del estado de indiferenciación del yo inicial del ser humano (del bebé) y su enorme desamparo. Ese momento narcisista (primario) de la vida se observa a través de la expresión de las necesidades y tensiones: el bebé (léase aparato psíquico primitivo) no espera, grita y llora; la necesidad de descarga y alivio es urgente. Es el adulto cuidador que
responde lo más rápido posible, y lo calma; alivia esas tensiones. Funciona como un yo auxiliar.

Estas conductas se van modificando progresivamente, gracias al desarrollo  evolutivo y la diferenciación del yo: se aprende que hay otra persona, la mamá (primero es difusa esa noción, después se lo reconoce como tal). Cuando el yo está maduro (y diferenciado) aparece la estructura narcisista definitiva que aprehendió a través de:

a) la relación con el otro;

b) la modalidad de satisfacción, de calidez y ternura; o

c) por la ausencia, el maltrato, la frustración (describo las posibilidades opuestas para su comprensión).

En la adultez somos capaces de delinear con claridad (es esperable que asi ocurra) respecto de los  fenómenos emocionales  correspondientes a uno mismo; diferenciándolos de aquellos estimulado por los otros. Lo deseado, lo esperable es mantenerse en un relativo equilibrio. Hay un espacio psíquico que se corresponde con los ideales, con las aspiraciones, con  la posibilidad de concretar proyectos, que forman parte de la instancia llamada superyó, que se conforma a partir de la relación paterna.

Desde allí se trazan los proyectos vitales y se despliega su viabilidad: cómo llevarlos a cabo exitosamente (o lo contrario: la incapacidad de logralo). También se alojan los mandatos: ’lo que deberás ser’ ‘lo que no deberás ser’.

Sobre el amor a sí mismo y la relación con los otros

En la vida cotidiana nos salen al encuentro muchos temas que nos ponen en la obligación de tomar una postura determinada, en función del narcisismo individual; nos atañen a cada uno en particular y a la vez son trascendentes para la vida de la sociedad. Son los temas conflictivos los que dejan traslucir el modo imperante de enfrentar las situaciones en cada época.

En la antigua Grecia el imperativo socrático era asumido por los filósofos y por los ciudadanos sin la intervención de las instituciones, y fue en aquella época en la que el cuidado de sí alcanzó una importancia decisiva para la consolidación de las ciudades (la polis) y la vida en sociedad. Paradójicamente se observó luego, que el elevado amor a sí mismo (que se corresponde con el narcisismo, que surge luego del reconocimiento del otro) era una práctica que ponía en riesgo a las relaciones con los demás cuando los intereses propios primaban sobre todo y así sobrevendría el mayor caos posible.

Cuando Nietzsche se refiere a instaurar nuevos valores, explica que ninguna maldad habría pues en un egoísmo que convierta al propio sujeto en espejo de los demás hombres; en el egoísmo que se regocije en su propio valor.

El cuidado de sí mismo es una tarea ardua, ya que amarse a sí mismo de manera saludable implica la observancia de una serie de normas y prescripciones que faciliten la vida en comunidad (incluyendo al otro y al sentimiento de solidaridad).

El arte, la ciencia, las relaciones interpersonales como la amistad, el amor, son espacios en los que se establecen las relaciones de poder que los regulan. Estas relaciones de poder posibilitan el planteo de estrategias que determinan la posición frente al otro, así como el funcionamiento de las comunidades afectivas, científicas, pedagógicas, políticas.

Una derivación complicada de esta instancia es la dominación, que  aparece cuando la estructura propia no da espacio a los otros sujetos (el exceso de estructura narcisista); o cuando por falta de fortaleza personal los individuos (el déficit de dicha estructura) por la cual se aceptan los estados de dominación por parte del más fuerte, esperando ilusoriamente algún beneficio. En los estados de dominación es prácticamente imposible para alguna de las partes (generalmente las sometidas) reviertan esa influencia sobre su conducta; de modo que su participación se anula.

La liberación de ese sometimiento yoico es posible (requiere un cambio narcisista definitivo y con un buen tratamiento psicológico se resuelve) y asi se abren nuevas relaciones consigo mismo y con el otro: se inscriben nuevos preceptos morales y las prácticas de libertad se hacen posibles. Este proceso se halla en relación directa con el cambio subjetivo, que facilita la liberación de un yugo: tanto interior como exterior. De ese modo, se liberan los deseos; se deshacen los conflictos que traban; se busca un nuevo camino obteniendo también, nuevas significaciones (diferentes a las conocidas previamente).

Los llamados «puntos ciegos» 

Los puntos ciegos son imposibilidades que la propia persona ignora,  pero que es advertida por los otros, y se puede usar en contra de la persona que los tiene. La diferencia con las ‘escenas temidas’ es que son emergentes emocionales provocados por el comportamiento de otra persona en uno. Los puntos ciegos también aparecen en el trato con otro, pero podemos conocernos, pensar en ellos y así fortalecernos respecto de su existencia.

Entraña alto riesgo, ya que permanecer ciego a un aspecto problemático puede llevar a correr riesgos en la cotidianeidad. Denuncia fallas en el narcisismo, que se activa en la relación con otros y aun consigo mismo, según el tipo de vivencia. Cuando existe una sumatoria de estos puntos débiles conviene realizar un abordaje psicológico en función de acceder a modificaciones importantes de la personalidad (para modificar esa falla narcisista ‘muda’, la que nos sorprende).

Para facilitar su comprensión, se desarrollan algunos puntos ciegos versus las habilidades correspondientes, en función de evaluar la conducta profesional individual o la conducta del cliente:

1) La ambición desmedida: es la actitud de ganar sin medir el costo. Se exagera el propio valor, predomina la arrogancia y no hay términos medios. La habilidad sana es el afán de triunfo, donde se observa el esfuerzo por cumplir con la norma de excelencia.

2) Las metas no realistas: cuando se fijan objetivos que están fuera de lo posible; ocasiona la imposibilidad de evaluar correctamente la realidad, y altera el funcionamiento de la organización.
Se corresponde con el compromiso real para acceder a los objetivos a corto y a largo plazo.

3) Ser implacable en la exigencia: trabajar compulsivamente y pretender la misma conducta en los pares; da cuenta de la incapacidad de planificar y es provocador de agotamiento. El versus es tener iniciativa para aprovechar las oportunidades y estimular al grupo para la acción efectiva.

4) Tener sed de poder: este es un punto ciego que se relaciona directamente con un aspecto personal que dificulta visualizar los fines posibles; exigiendo a los demás (y a sí mismo) sin tener el menor registro de algún límite. Se corresponde con la capacidad de mando que posibilita crear sinergia grupal para alcanzar las metas y permite la actitud de delegar en otros ciertas actividades.

5) El abuso del semejante (también conocido como acoso): implica hacer uso indebido de la autoridad conferida, aprovechando la inferioridad jerárquica de los demás; con insensibilidad al impacto que esta conducta produce. El versus es la habilidad para las relaciones interpersonales y a partir de esa percepción, interesarse en las preocupaciones para resolverlas y desarrollar los intereses.

6) La preocupación por las apariencias: se impone el criterio de una ‘buena’ imagen dada por alguna moda o estilo empresarial (también a cualquier costo); hay una valoración excesiva de aquello considerado como portador de prestigio. Es versus es exhibir la naturaleza de su aptitud, sin disfrazarla y buscando la manera de llegar al objetivo.

Formulo algunas preguntas que pueden resultar útiles para revisar la tarea cotidiana y reflexionar sobre ella:

1) cómo soy respecto de la ‘tarea cumplida’;

2) cómo me siento cuando la problemática me supera, y tengo que decir que no;

3) cómo me siento cuando  no cumplen conmigo; cuando no respetan el valor de la palabra;

4) ¿Qué espero de la autoridad? de los otros hacia mi y viceversa;

5) ¿Qué importancia le doy a la imagen? la extiendo a mi trabajo, soy esclavo/a de ella?;

6) ¿Cómo me gustaría ser? ¿distinto a hoy? ¿Cambiaría alguna actitud que me aportaría mejorar el trabajo, tener otro humor  y más  tranquilidad?

7) soy lo suficiente competitivo/a como deseo? Tendría que revisar ese aspecto? ¿Cómo reacciono con otro más idóneo que yo: me achico, lo enfrento, tomo distancia y pienso que es lo que más me conviene hacer?

Bibliografía

  • Freud, S. “INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO” – 1914 Obras Completas –Ed. Ballesteros
  • Cesio. S. “Las Violencias. De Género/femicidio. En la pareja, en la familia, a menores. Abuso sexual infantil” Pg 32 – Ed DyD – 2017 – Bs. As.

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